sábado, 1 de marzo de 2008

LLUVIA ASIDA

Diosas, reinas y madres

Por Miguel Ángel RodríguezNúmero 26
El tiempo, el cual intentó borrar las huellas de las mujeres griegas, se detuvo ante la visión única de un hombre, que acusado de odiarlas, las elevó al plano arquetípico de la exaltación humana. Si bien, Eurípides fue el más humano de los trágicos, también fue el que aportó el mayor de los ejemplos de respeto y admiración hacia la mujer, que sin ser necesaria una línea en sus dramas par
Diosas, reinas y madres

Por Miguel Ángel RodríguezNúmero 26
El tiempo, el cual intentó borrar las huellas de las mujeres griegas, se detuvo ante la visión única de un hombre, que acusado de odiarlas, las elevó al plano arquetípico de la exaltación humana. Si bien, Eurípides fue el más humano de los trágicos, también fue el que aportó el mayor de los ejemplos de respeto y admiración hacia la mujer, que sin ser necesaria una línea en sus dramas para mostrarnos de manera directa su postura ante ellas, el subtexto de las obras nos lo enmarca y denunciaa
El agua, como elemento, se muestra transparente, clara, quieta, capaz de ocupar cualquier recipiente sin alterar su estado físico, como lo es Helena de Troya, llevada de un sitio a otro adaptándose al lugar en donde se deposita. De piel húmeda y lágrimas secas, placer de hombres sedientos, peligrosa como tormenta, huracán de emociones contenidas. Quien es capaz de descubrir el conflicto que encierra su belleza, no puede más que amarla y convertirse en su prisionero. Eurípides dibuja con Helena, el hermoso abismo que nos hace presos de la mujer.

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